Hoy fue un día especial por muchas razones... primero el cumpleaños de mi adorada madre; mientras desayunábamos descubrí que hemos perdido en el camino muchas charlas como las que teníamos cuando vivíamos en la misma casa, solo que esta vez estaba mi papá ahí con nosotros. Me encontré con que he escuchado poco últimamente, pero ella sigue siendo la misma… madre de más de dos (hijos, hermanos y sobrinos), católica y “mamá de los pollitos” por herencia e inducción y en apariencia por convicción, preocupada por todos y a veces despreocupada de sí. Sin vanidad, sin máscaras, firme, honesta y llena de valores. Encontré en ella y en mi padre arrugas que no conocía… me decepciona mi poca atención.
También hoy fui niñera, intenté vestir y peinar a mi nena para que me acompañara a desayunar con “los abues”… interrumpió varias veces la plática y el desayuno con: “Papáaa quiero brincar”, “Papáaa, dame vueltas”, “Papáaa la resbaladilla está sucia” y con la frase que me hizo el momento. Al llegar unos niños y subirse a uno de los juegos, ella acompañada de una amiguita que hizo ahí (Valentina) grita: “Niños, no los voy a molestar solo los voy a matar” yo dije: “ah cabrón, que dijo?” Mientras yo me acercaba y ella bajaba a toda velocidad por la resbaladilla seguida de Valentina… a una distancia prudente del juego donde estaban los niños, desenfundó su manita y les apunto con el dedo… y un estruendoso “pichum, pichum” salió de su boca,… jajaja! Se nos olvida que fuimos niños y que así nos “matábamos” jugando caray!
Más tarde, a comer con su mamá. Kiki es una mujer especial, aparte de linda, Dios decidió ponerle un 0% de mamona, un 100% de niña y un alto porcentaje que aún no logro medir de maestra (o sea, a veces tierna y consentidora, otras gritona y exigente que da miedo)… no decidimos como iba a ser nuestro San Valentín, pero estoy seguro que ambos pensamos en nada “fancy”, no pensábamos hacer nada mega-especial, si no pasar el día juntos, sin plan. Fuimos a Salamanca a comer unas quesadillas de lujo. Riquísimas, con “harta” grasita pa’que resbalen en la panza! Una cocota y un pay de queso al final.
Más tarde, los tres nos sentamos en un parquecito, ya estaba haciendo aire y un poco de frío… nos valió y nos compramos dos nieves de “pasta” y una de chocolate para Gigí… platiquita en unas sillas que pone el nevero y Regina persiguiendo palomas y explicándonos quienes de las palomas eran familia entre sí, (amo el concepto que tiene tan claro de familia a su edad).
Más tarde, los tres nos sentamos en un parquecito, ya estaba haciendo aire y un poco de frío… nos valió y nos compramos dos nieves de “pasta” y una de chocolate para Gigí… platiquita en unas sillas que pone el nevero y Regina persiguiendo palomas y explicándonos quienes de las palomas eran familia entre sí, (amo el concepto que tiene tan claro de familia a su edad).
Terminando las nieves, se nos ocurrió visitar a Laurita. El hada madrina de mi hija antes de que nosotros la conociéramos, una mujer visionaria, trabajadora, mamá, esposa, muy guapa, mil veces más hermosa por dentro que por fuera… ella cuidó de manera especial y sin esperar nada a cambio de mi hija, sólo por amor. Cuando la conocimos, ella sabía perfectamente que le gustaba y que no a Gigí; es más Gigí con ella sí comía jajaja.
Fuimos a su cafetería-pastelería, muy famosa en Salamanca por los deliciosos pasteles que desde hace 25 años ella hace. Se derramaron lágrimas, bebimos te chai, comimos pastel de chocolate, vimos fotos de Regina que nosotros no tenemos, hablamos mucho y compartimos mucho.
Sin duda, un San Valentín diferente… desde que inició mi día después de la media noche y hasta que fuí a dormir agotado, con mis amigos y amigas en la cabeza..., aquellos que nunca escriben porque no hace falta, mis amigas que conservo desde niño, mi amiga a la que re-valore porque un rumor me la había quitado para siempre, los amigos y amigas que se van desprendiendo. Y la gente en la que pienso diario y en los que pienso en algunas ocasiones.
Repito, un día sencillamente diferente pero de mucho valor.
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