domingo, 24 de noviembre de 2013

La diferencia entre ser cabrón y ser sabio...


Esta frase la he visto varias veces en los últimos días y nunca he estado más en desacuerdo…



La gente buena se vuelve cabrona no porque se canse de tanta chingadera, no, no, no… se vuelve cabrona por falta de carácter y visión (O por pendeja si lo quieres ver en términos coloquiales). Porque se rinde, porque es mucho más fácil poner un pretexto y fincar la responsabilidad en los demás. Esta frase es un verdadero “Cambié por tu culpa”.

Cambia, pero cambia por que tú decides ser mejor, no peor persona. Lo que no te guste, ten el valor de decirlo a quien le corresponde y sin pelea, hazlo desde el amor; no calles y cambies.
¿Sabes cuantas buenas amistades y parejas se pierden por un malentendido? No permitas que tu ego sea más grande que tu verdadero yo. No le robes a los demás la oportunidad de conocer quien realmente eres, ni te quites la oportunidad de ser feliz siendo quien eres. Evita tomarte las cosas personales, sonríe y haz de tu día un día feliz, si logras esto cada día las matemáticas no fallan y te aseguran una vida feliz.

La gente buena y consciente no se vuelve cabrona, se vuelve más sabia, amorosa e incansable.



jueves, 21 de noviembre de 2013

El policía comentó: “Nunca nos dieron entrenamiento para estos casos”

Los medios le llaman "El beso de la paz" a esta fotografía y para los que jamás han entendido lo que Jesús decía en el famoso "Sermón de la montaña" esta es una perfecta analogía de dicho sermón que sencillamente habla de "hacer la diferencia", a marcar el liderazgo con la paz, a no ser como los demás, a combatir un acto "violento" con un acto de amor... cualquiera puede escuchar a John Lennon y pretender que entienden lo que dice en "Imagine" y aún peor, creen que hablar de Jesús es hablar de religión.

Les regalo el contexto de las palabras de Jesús en Mateo 5:38-44

38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.
39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;
40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;
41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.
42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.
43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.
44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.

Trece minutos bajo el agua

Mucha gente me ha escuchado decir la frase "Los que están afuera quieren entrar y los que están adentro quieren salir" refiriéndome al matrimonio (o a la vida en pareja), unos piensan que es una burla, otros que ...es una queja, unos más que al decirla estoy en uno de esos momentos en que el filósofo de $3.50 (no soy de los de 3 pesos) que vive en mi, aflora.

Cuando lo digo, me refiero sencillamente al hecho de que cada cosa tiene su momento y su lugar. A unos les urge estar con alguien cuando ni siquiera han aprendido a estar consigo mismos, hacerse responsables de más de uno sin haber logrado ser responsables de sí mismos, a entender una relación de pareja, sin haber entendido la propia soledad. Y la consecuencia es que esos mismos, urgidos de vivir a destiempo, a vivir en pareja, son los mismos que en un futuro estarán urgidos de salir de ahí. Y no hablo de divorcios, hablo de rupturas, rupturas que no necesitaban ser. Vivimos en un mundo en que todo es más fácil, más rápido y desechable. Pero olvidamos que somos seres antiguos, nuestro ADN no nació hoy, es muy, muy añejo. Las relaciones humanas no pueden ser desechables, ni rápidas y menos aún fáciles. Las relaciones humanas (las verdaderas relaciones humanas), no se desgastan, evolucionan. Algunas evolucionan positivamente, otras negativamente y otras más sufren un proceso regenerativo.

Yo, tengo la fortuna de confesar que hace poco más de 13 años decidí intentar un tipo de relación que nunca había intentado, la relación de pareja. Ese tipo de relación que nunca pensé que iba intentar jamás, es más, si alguien me pregunta cual fue el momento justo en que mi cerebro y mi corazón se pusieron de acuerdo en contra mía para decidir hacerlo, la verdad es que no lo recuerdo.

Y lo confieso, han sido como trece minutos bajo el agua. Trece minutos bajo el agua suena fuerte, suena sarcástico y grave. Pero no, trece minutos bajo el agua actualmente es un reto y un logro. No cualquiera tiene el temple de conseguir trece minutos bajo el agua, no cualquiera tiene el compromiso consigo, con la pareja, con su familia para vivir trece minutos bajo el agua. Esos trece minutos pueden ser desesperantes, alentadores, difíciles, hermosos, fáciles, complicados, duros, frágiles, largos, cortos, tristes, alegres, borrosos, claros... Para mi han sido así, han sido todo eso. Viento y marea, tempestad y calma, sol y luna, nubes y claridad... ¿Y saben? Ha valido la pena cada segundo de cada uno de esos trece minutos. Me han permitido medir mi fortaleza y reconocer mis debilidades, me han hecho sentir hombre y niño, ver mis límites y mis posibilidades.

Ella, ella es mi amiga, mi compañera, mi cómplice. A veces mi colega, otras mi competencia, mi apoyo y mi ídolo. Imposible no admirar sus cualidades, su inocencia de alma. Con ella he sido el más especial de los hombres y también el más común, he sido "cualquier hombre y lo mismo que todos los hombres". La he odiado por segundos y la he amado por años, imposible negarlo. Esto es vivir... Compartir, conocer, evolucionar, regenerarse y reinventarse.

Y así, ella con sus defectos y yo con mis aciertos, ella con sus múltiples virtudes y yo con mis múltiples defectos. Y todo, todo ha sido perfecto. 13 minutos de inmaculada perfección, porque todo ha estado lleno de esos pequeños detalles...

http://youtu.be/SVMJ1NBmmho