domingo, 5 de mayo de 2013

Hace 18, eras sólo una niña muy bonita, fresca, simpática, juguetona, divertida, berrinchuda. Muy "fresa" para mi gusto, pero atractiva no sé porque. En ese punto me sentía mayor que tu (lo soy) y así sin querer nos hicimos amigos. Tu hermana sin querer nos unió mucho más en aquel accidente. Ir a visitarla, también era ir a verte. Después las visitas sólo eran para ti (aunque llegara con gorra y me la tuviera que quitar).
El tiempo pasó y la distancia incrementó, sólo felicitaciones de cumpleaños y pocas llamadas. Y un correo a inicios de septiembre hace casi 11 años me decía solamente:

"Hola!!!
¿Cómo has estado?
Estoy embarazadaaaaaaa"

Me llene de emoción y te llamé, porque para mi era importante que mi amiga especial estuviera viviendo algo especial.

Un año y meses después, otro mensaje similar te hacía madre otra vez. Y no niego que mi emoción ya no era tanta, ya la había vivido (lo cual no le resta importancia al evento).

Luego los correos hablando de los bebés diciendo que cuando uno callaba, el otro lloraba, las carreras, la gordura, el ejercicio para adelgazar, el trabajo... ¡Jajaja! No lo sabes pero sonreía de imaginarte haciendo todo eso.

Unos años después, coincidimos nuevamente persona a persona. Trabajábamos tan cerca que era imposible no vernos para comer juntos. Tu tan gorda (según tu) y yo tan completa que te veía. Tu tan platicadora y yo tan callado (un estado un poco al revés de nuestro común). Tu tan diferente y yo también.

Pasó mas tiempo y más convivencia vino. Pasaron experiencias y aprendizajes, muchos aprendizajes juntos y por separado. Y tu mano ahí, ayudándome a ser quien debía ser. Indirecta y directamente ahí estabas. Recuerdo mucho esta frase que compartimos entre nosotros y con otros: "El viento bajo mis alas". Hasta hace unos años apenas cobró sentido para mi, agradezco que hayas sido una de las ráfagas más potentes que levantaron mi vuelo.

Quienes me conocen bien, saben que te amo. ¿Quien podría negarse después de tanto?

Hoy en día, hablamos poco. Escribimos más que antes, pero sigue siendo poco.

Hace tres días y a la carrera unas palabras que ya había leído años antes:

"... Bueno, te quería decir que estoy embarazada
Esa era la cosa importante"

Te llamé de inmediato y aunque no podías hablar bien, pues el mar de sentimientos tenía que desbordar por algún lado al escucharte. Mis ojos fueron el dren apropiado. Si esta vez las lágrimas brotaron, fue porque esta noticia la entendí mucho mejor que antes, la sentí mucho mejor que antes. Esta vez tu bendición la hago mía. Porque hoy (mucho en parte por ti), la comprendo y la vivo. Hoy mi hija también lleva tu nombre.

Hoy eres una mamá muy bonita, fresca, simpática, juguetona, divertida, berrinchuda. Muy "fresa" para mi gusto todavía, pero atractiva no sé porque.


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