miércoles, 21 de agosto de 2013

Transformación en pro de la transformación


La primera vez que escuché del efecto mariposa sonreí y aunque me parecía posible, mi ego y mis límites personales me gritaban "¡Es una locura!"

A ti te vi por primera vez coordinando el registro de las más de 120 personas que en esa ocasión  llegamos a unos talleres de los cuales no teníamos ni la más peregrina idea de que trataban. Algunos emocionados, otros casi obligados, algunos invitados, otros pocos por voluntad propia pero todos con algo en común... todos necesitados de vida, todos compartiendo el mismo grito interno "¡necesito salvar mi vida!" (aunque no lo supiéramos o  nos negáramos a verlo)

Confieso que en esos momentos no te vi como un salvavidas, y confieso también que el tamaño de mi ego se encargó de etiquetarte de mil maneras durante mi proceso y cuando hablo de mi proceso no me refiero al proceso que vivimos anormalmente en seis meses (¿Te acuerdas que nos toco vivir la oleada de la supuesta gripe porcina que después termino siendo gripe aviar? ¿Recuerdas que Visión 26 en lugar de trabajar 3 meses, trabajó durante medio año? ¿Recuerdas el estrés que seguramente viviste porque todos llamábamos preguntando si se nos iba a permitir trabajar en grupos grandes durante la crisis de salubridad que se vivía?), hablo de mi proceso que terminó siendo de casi 4 años.

Te recuerdo de muchas formas, sonriendo, en seriedad total, molesto, angustiado, llorando, cantando, bailando... parado en tu posición de líder. Algunas veces terminé embobado contigo y otras completamente molesto. Hubo algunos días que pensé: "¿Y porque carajos se tenía que llamar Eduardo?" Ja, ja, ja. Pero dentro, muy dentro de mí se que me veía reflejado en ti, en lo que asumo que ha sido tu proceso personal de transformación. Recuerdo que odiaba una frase que en ese entonces manejabas... "Se están comiendo su propia caquita" y es verdad, llevaba muchos años alimentándome del desecho de mi ego, de sobras de vanidad.  Hoy se que no lo merezco, no lo merece el líder y el niño que habitan en mí.

Hoy te reconozco, sé que todo lo que hiciste, haces y seguirás haciendo tiene una razón poderosa de ser. Estas parado en la responsabilidad que sientes por los demás, has decidido cambiar vidas no importando que, elegiste transformarte para poder transformar a otros. Hoy innegablemente confieso que te admiro y admiro tu labor. No sé  si tienes la conciencia de lo que has hecho, sinceramente creo que lo puedes imaginar pero definitivamente no creo que lo puedas dimensionar. Por lo menos dimensiona que te esta hablando una vida que necesitaba cruzarse contigo para transformarse y para ser feliz. Y que a través de esa vida tu has tocado a otros, en un consejo, en un libro recomendado, en algo que se escribe, en el abrazo al desconocido, en la sonrisa desprendida y que siembra en alguien totalmente desconocido para ti la semilla del liderazgo y de la felicidad.

Hoy es un placer que te llames Eduardo, y el efecto mariposa claro que existe y claro que funciona e impacta como un huracán.

Te abrazo a la distancia...

¡Yo soy Eduardo un hombre feliz, libre y amoroso!

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