Mucha gente me ha escuchado decir la frase "Los que están afuera quieren entrar y los que están adentro quieren salir" refiriéndome al matrimonio (o a la vida en pareja), unos piensan que es una burla, otros que ...es una queja, unos más que al decirla estoy en uno de esos momentos en que el filósofo de $3.50 (no soy de los de 3 pesos) que vive en mi, aflora.
Cuando lo digo, me refiero sencillamente al hecho de que cada cosa tiene su momento y su lugar. A unos les urge estar con alguien cuando ni siquiera han aprendido a estar consigo mismos, hacerse responsables de más de uno sin haber logrado ser responsables de sí mismos, a entender una relación de pareja, sin haber entendido la propia soledad. Y la consecuencia es que esos mismos, urgidos de vivir a destiempo, a vivir en pareja, son los mismos que en un futuro estarán urgidos de salir de ahí. Y no hablo de divorcios, hablo de rupturas, rupturas que no necesitaban ser. Vivimos en un mundo en que todo es más fácil, más rápido y desechable. Pero olvidamos que somos seres antiguos, nuestro ADN no nació hoy, es muy, muy añejo. Las relaciones humanas no pueden ser desechables, ni rápidas y menos aún fáciles. Las relaciones humanas (las verdaderas relaciones humanas), no se desgastan, evolucionan. Algunas evolucionan positivamente, otras negativamente y otras más sufren un proceso regenerativo.
Yo, tengo la fortuna de confesar que hace poco más de 13 años decidí intentar un tipo de relación que nunca había intentado, la relación de pareja. Ese tipo de relación que nunca pensé que iba intentar jamás, es más, si alguien me pregunta cual fue el momento justo en que mi cerebro y mi corazón se pusieron de acuerdo en contra mía para decidir hacerlo, la verdad es que no lo recuerdo.
Y lo confieso, han sido como trece minutos bajo el agua. Trece minutos bajo el agua suena fuerte, suena sarcástico y grave. Pero no, trece minutos bajo el agua actualmente es un reto y un logro. No cualquiera tiene el temple de conseguir trece minutos bajo el agua, no cualquiera tiene el compromiso consigo, con la pareja, con su familia para vivir trece minutos bajo el agua. Esos trece minutos pueden ser desesperantes, alentadores, difíciles, hermosos, fáciles, complicados, duros, frágiles, largos, cortos, tristes, alegres, borrosos, claros... Para mi han sido así, han sido todo eso. Viento y marea, tempestad y calma, sol y luna, nubes y claridad... ¿Y saben? Ha valido la pena cada segundo de cada uno de esos trece minutos. Me han permitido medir mi fortaleza y reconocer mis debilidades, me han hecho sentir hombre y niño, ver mis límites y mis posibilidades.
Ella, ella es mi amiga, mi compañera, mi cómplice. A veces mi colega, otras mi competencia, mi apoyo y mi ídolo. Imposible no admirar sus cualidades, su inocencia de alma. Con ella he sido el más especial de los hombres y también el más común, he sido "cualquier hombre y lo mismo que todos los hombres". La he odiado por segundos y la he amado por años, imposible negarlo. Esto es vivir... Compartir, conocer, evolucionar, regenerarse y reinventarse.
Y así, ella con sus defectos y yo con mis aciertos, ella con sus múltiples virtudes y yo con mis múltiples defectos. Y todo, todo ha sido perfecto. 13 minutos de inmaculada perfección, porque todo ha estado lleno de esos pequeños detalles...
http://youtu.be/SVMJ1NBmmho
Cuando lo digo, me refiero sencillamente al hecho de que cada cosa tiene su momento y su lugar. A unos les urge estar con alguien cuando ni siquiera han aprendido a estar consigo mismos, hacerse responsables de más de uno sin haber logrado ser responsables de sí mismos, a entender una relación de pareja, sin haber entendido la propia soledad. Y la consecuencia es que esos mismos, urgidos de vivir a destiempo, a vivir en pareja, son los mismos que en un futuro estarán urgidos de salir de ahí. Y no hablo de divorcios, hablo de rupturas, rupturas que no necesitaban ser. Vivimos en un mundo en que todo es más fácil, más rápido y desechable. Pero olvidamos que somos seres antiguos, nuestro ADN no nació hoy, es muy, muy añejo. Las relaciones humanas no pueden ser desechables, ni rápidas y menos aún fáciles. Las relaciones humanas (las verdaderas relaciones humanas), no se desgastan, evolucionan. Algunas evolucionan positivamente, otras negativamente y otras más sufren un proceso regenerativo.
Yo, tengo la fortuna de confesar que hace poco más de 13 años decidí intentar un tipo de relación que nunca había intentado, la relación de pareja. Ese tipo de relación que nunca pensé que iba intentar jamás, es más, si alguien me pregunta cual fue el momento justo en que mi cerebro y mi corazón se pusieron de acuerdo en contra mía para decidir hacerlo, la verdad es que no lo recuerdo.
Y lo confieso, han sido como trece minutos bajo el agua. Trece minutos bajo el agua suena fuerte, suena sarcástico y grave. Pero no, trece minutos bajo el agua actualmente es un reto y un logro. No cualquiera tiene el temple de conseguir trece minutos bajo el agua, no cualquiera tiene el compromiso consigo, con la pareja, con su familia para vivir trece minutos bajo el agua. Esos trece minutos pueden ser desesperantes, alentadores, difíciles, hermosos, fáciles, complicados, duros, frágiles, largos, cortos, tristes, alegres, borrosos, claros... Para mi han sido así, han sido todo eso. Viento y marea, tempestad y calma, sol y luna, nubes y claridad... ¿Y saben? Ha valido la pena cada segundo de cada uno de esos trece minutos. Me han permitido medir mi fortaleza y reconocer mis debilidades, me han hecho sentir hombre y niño, ver mis límites y mis posibilidades.
Ella, ella es mi amiga, mi compañera, mi cómplice. A veces mi colega, otras mi competencia, mi apoyo y mi ídolo. Imposible no admirar sus cualidades, su inocencia de alma. Con ella he sido el más especial de los hombres y también el más común, he sido "cualquier hombre y lo mismo que todos los hombres". La he odiado por segundos y la he amado por años, imposible negarlo. Esto es vivir... Compartir, conocer, evolucionar, regenerarse y reinventarse.
Y así, ella con sus defectos y yo con mis aciertos, ella con sus múltiples virtudes y yo con mis múltiples defectos. Y todo, todo ha sido perfecto. 13 minutos de inmaculada perfección, porque todo ha estado lleno de esos pequeños detalles...
http://youtu.be/SVMJ1NBmmho
Que bellos, me voy a llevar estas letras a donde pueda, me han encantado, espero poder sintonizarme y encontrar lo que quiero hacer o con quien quiera estar, los quiero muchote.... un abrazote Edu y dos más para las princesas <3
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