No hay situación que este viviendo que aleje de mi pensamiento y mi sentir lo afortunado que soy. Soy afortunado gracias a personas especiales, gracias a bendiciones recibidas, entre tanto y tanto, tengo la fortuna de tenerlo a él, de tener a mi padre conmigo. Tengo la maravillosa bendición de tenerla a ella, a mi hija conmigo. A él los años me han llevado a admirarlo, a saber lo que es recibir amor incondicional aún sin conocer ni entender ese concepto. Para él, yo sigo siendo su hijo pequeño, por quien esta dispuesto a dar, y dar y dar incansablemente sin restricciones, sin medida. Para mi padre aún me hace falta aprender a conducir mejor, para él debo de dormir más temprano, para él puedo ser un adulto que aún necesita consejo y guía. Y hoy por hoy, eso que pudo ser molestia hace unos años, termina siendo el gesto más generoso y la prueba de amor más grande que puedo recibir.
Hoy ella, me ha llevado a ver de manera más clara lo grande del amor de él hacia mi. Hoy ella es mi pequeña, mi bendición, la salvación de mi niño interior, el re-encuentro con mi esencia amorosa. Para mi, a ella le hace falta aprender a andar mejor en bicicleta y en patines, ella debe dormir más temprano, para mi siempre será mi campeona y mi maestra; pero quiero que sepa que hasta el último de mis días estaré ahí para darle consejo y guía. Y me queda claro que en algún momento seré para ella el papá latoso, que en algún momento va a evitar verme… pero también se que en otro momento me va a entender y me va a entender a la perfección.
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